La falta de combustible y el desabastecimiento de medicamentos han llevado al sistema de salud paceño al borde del colapso. Médicos denuncian abandono estatal y advierten sobre un inminente riesgo para la vida de miles de pacientes.

Ocho de cada diez ambulancias en la ciudad de La Paz están fuera de servicio por falta de combustible, mientras que los hospitales públicos enfrentan una alarmante escasez de medicamentos. Así lo denunció el Sindicato de Ramas Médicas de Salud Pública (SIRMES), que responsabiliza al Gobierno por la falta de previsión y por una política de compras públicas que ha fracasado en medio de la crisis económica y la escasez de divisas.
Fernando Romero, secretario ejecutivo de SIRMES, expresó su indignación: “Nos llaman desesperados por pacientes convulsionando o mujeres embarazadas, pero no podemos enviar ambulancias. Ni en la ciudad ni en el área rural hay cómo responder a las emergencias”, afirmó. La situación se agrava por la imposibilidad de reponer medicamentos, ya que las licitaciones públicas han sido declaradas desiertas debido a la volatilidad del dólar y la pérdida de valor del boliviano.
Según Romero, las empresas importadoras se niegan a participar en los procesos de contratación porque no pueden garantizar precios estables. “Hoy una amoxicilina cuesta un boliviano, mañana puede costar dos. Así no se puede trabajar”, explicó. El último lote de medicamentos adquirido por el Ministerio de Salud estaba previsto para abastecer hasta junio, y ya se ha agotado.
La crisis sanitaria se suma a las protestas de otros sectores como transportistas y empresarios, que también exigen soluciones ante la falta de combustibles y la inestabilidad económica. Hasta el momento, el Gobierno no ha emitido un pronunciamiento oficial, aunque se espera una evaluación conjunta entre los ministerios de Salud y de Hidrocarburos en los próximos días.